domingo, 15 de septiembre de 2013

Biosferas, canciones y formas de pensamiento



Hoy descubrí a Lisandro Aristimuño.
Mi querido amigo Pablo Noboa me mandó un enlace del programa argentino Encuentro en el Estudio y pude disfrutar de una hora de entrevista y música. Mientras veía, los gestos de Lisandro y algunas de sus expresiones me recordaban a ese monstruo de la música en español (de la música, a secas) que es Fito Paez y no podía dejar de pensar en la influencia que tiene la biosfera que nos rodea (la constituida por ciertas sonoridades, una historia, contextos comunes o una manera de enteder la vida) en la manera en que nos expresamos y actuamos.
Llevo muchos años pensado en la huella que las biosferas (la del clima y la geografía, la de las costumbres y el idioma) tienen en nuestra manera de concebir la vida. Oí en mi lejano pasado una frase de Heideger que decía que El hombre es un ser en el lenguaje. Mas exáctamente la cita es: El lenguaje es la casa del ser, y en su morada habita el hombre". Una idea, que siempre me sonó hiper lógica, de que la manera en que apalabramos y por ende entendemos el mundo determina nuestra manera de confrontarnos con el, me ha marcado profundamente, Desde entonces intento analizar semióticamente cada nueva lengua que aprendo o atisbo. Busco entender su lógica para descubrir la manera en que modela nuestras estructuras mentales y nuestra comprensión de la realidad. En su entrevista, Lisandro infería en una idea similar: Hablaba de que la escenografía de un espacio (el espacio como escenografía) influye en la manera en que sentimos y percibimos, y en su caso como músico, en la manera de componer y de estructurar su trabajo.
Pero un lenguaje no sólo es el idioma, sino la manera en que lo utilizas, El español iberico y el latinoamericano son tan diferentes como nuestros temperamentos y nuestra relación con el mundo. Al menos, luego de casi siete años en Aragón no dejan de sorprenderme, debajo de todas nuestras similitudes, las profundas diferencias entre este país y la America que yo conocí: Mi Ecuador natal y las Colombias, Perús, Argentinas o Chiles que intuí a través de sus artistas, los forasteros con los que compartí (en mi cabeza no existia el termino inmigrantes), los viajes que realicé.
Pongo algún ejemplo: Anoche estaba en una conferencia oyendo a grafiteros mejicanos hablar sobre su obra y su experiencia (algunos de ellos viven y trabajan en Europa) y uno de ellos explicando sus formatos y materiales dijo algo así como "nosotros buscamos la manera de resolvernos las cosas, no tenemos de nada entonces tenemos que improvisar, no como aquí que tienen todos los recursos y entonces si alguna vez no tienen todo resuelto como que se paran" En mi lectura de la frase se mezclaba la queja por la falta de recursos allá, pero también el reclamo por la comodidad que provocan las facilidades. Otro hizo hincapie en el hecho de que allá oía a la gente cantar por la calle y reir "porque nosotros nos reimos mucho" Breve inciso: ¿La búsqueda del confort y la de la felicidad transitan por caminos distintos? Eso da para mucho más que un post, así que dejémoslo allí.

Vuelvo de los grafiteros a Lisandro y a León Gieco (una vez enganchado me vi tres programas de una tacada, el de Aristimuño, el de Gieco y el de Fito Paez) y me llamo la atención la simplicidad de perspectivas de estos grandes artistas y como en la base de sus carreras había una relación natural con las posibilidades de éxito o fracaso. Aristimuño explicaba que mientras grababa su primer disco estudiaba para profesor parvulario, pensando en dedicarse a la educación para vivir y a la música como un complemento ya que no contaba con poder vivir de ella. Decía también que está feliz de poder hacerlo y que como músico independiente no se plantea hacer gran fortuna, en todo caso aprovechar su éxito para promover a otros artistas (en su web hay un listado mensual de música descargable que es una acción concreta de difusíón y promoción) Gieco contaba que su ilusión al llegar a Buenos Aires era ganar dinero suficiente como para regresar a su pueblo y comprarse una verdulería. Estas ideas me chocan con una sociedad en permanente estado de reivindicación, como si todo fuese debido. Los grafiteros a los que escuchaba anoche también hacen otras cosas para vivir, excepto uno que ha conseguido situarse suficientemente bien como para que auspiciantes y marcas busquen asociarse a su trabajo.
Me siguen llegando datos a la cabeza: A principios de mes, el diario español El País publicaba un artículo titulado "Suecia no es El Dorado" en el que se comentaba que los emigrantes españoles llegados a dicho país no lograban enrolarse en trabajos acordes a su titulación o experiencia. ¿Que tiene de raro? pensé mientras leía. ¿Que porcentaje de inmigrantes llegados a España u otro destino europeo hemos vuelto a ejercer nuestra profesión, así sea años despues? Las personas de las que hablaba el artículo habían pasado de ser parados de larga duración a tener un trabajo digno, creo que eso es lo que busca todo aquel que se ve forzado a hacer maletas porque en su patria no encuentra las oportunidades necesarias para desarrollar su vida.  
Quizas necesitaría más argumentos para demostrar mi idea de las biosferas y la forma en que ellas inciden en nuestros modelos de pensamiento, por le momento lo dejo y vuelvo por última vez a las tres entrevistas: Me gustaron mucho, así como volver a escuchar canciones que forman parte de la banda sonora de mi vida. Aristimuño, al hacerme pensar en escenografías y percepciones del mundo, me regresó de golpe a la conciencia de que cada contexto nos infunde una realidad distinta, llena de opiniones cuyos propietarios consideran verdades. La realidad latinoamericana que conozco nos hace vivir desde la emoción con lo bueno y lo malo que tiene, quizas así se expliquen nuestras músicas, nuestras literaturas y todas las demás expresiones artísticas y sociales, siempre sensibles, siempre apasionadas. Esa es una versión posible de la vida. Nada mas y nada menos.
Despues de tres posts intentando pontificar sobre como vivir la cultura, me hace bien volver a ser conciente de que desde una vereda solo tenemos una perspectiva fugaz de lo que pasa a nuestro lado y, en todo caso, las impresiones que se quedan en la piel y la retina cuando dichas cosas ya han pasado. Creo que es sano, muy sano recordarlo

No hay comentarios:

Publicar un comentario