sábado, 8 de diciembre de 2012

Cultura en femenino

Es curioso lo mucho que podemos tardar en darnos cuenta de lo ingenuas o ignorantes que son algunas de nuestras visiones del mundo.

Sentadito y tranquilo en mi vereda, me había convencido de que la discriminación sexual era un problema relativamente residual en occidente. Territorio de grupos sociales concretos, de abuelos retrogrados y tribus urbanas en declive.  Mi experiencia de 12 años en Italia y España, y la lectura de información respecto a paises del entorno me había llevado además (y esa lectura se mantiene) a pensar en ello como un problema profundamente arraigado en el mediterráneo, tanto en la ribera cristiana como en la musulmana (quizas porque, aunque la primera vaya evolucionando poco a poco, las tres religiones monoteistas, que son factor fundamental de la identidad de estos pueblos, son profundamente machistas)  

Una cosa es estar despistado y otra ser un completo ignorante. Soy conciente del machismo latinoamericano (¿no inventamos nosotros al "macho latino"?) pero esa realidad lamentable convive con una prolífica vanguardia femenina que se mueve en todos los campos. Crecí viendo en los medios de comunicación a ministras, académicas, escritoras, profesionales independientes, presidentas de organizaciones empresariales y un largo etcétera, presentadas como figuras relevantes y citadas como opiniones de refererencia, y creo; quizas (una vez más) ingenuamente, que esa normalidad genera en el resto de la sociedad, incluso en aquellos estratos donde esa paridad no es la norma, la sensación de que es posible y deseable, y correcta.

Por todos estos motivos me quedé tristemente asombrado al escuchar datos y comentarios en el encuentro de mujeres en la cultura (Zaragoza, 27 y 28 de noviembre de 2012) A lo largo de dos días se hizo un diagnóstico descarnado de la situación de la mujer en la cultura, apoyado en estudios y datos que demuestran que la participación femenia es muchas veces marginal, habitualmente relegada a puestos de escasa relevancia y en el mejor casos, excepciones que confirman la regla.  Al principio, pensé que asistía a una reflexión centrada en España, claramente mi sorpresa en ese campo era escasa: Un país que hace 50 años exigía a una mujer que quisiera viajar sóla una autorización escrita de su marido, puede evolucionar, pero las estructuras sociales solo dan verdaderos pasos adelante con el cambio generacional. El segundo día del encuentro se hizo evidente sin embargo que hablabamos de un problema con dimensión mucho más amplia, profesionales con experiencia internacional planteaban su conocimiento de situaciones análogas en otros puntos de occidente... ¡El problema es sistémico!

No es mi intensión en este espacio profundizar sobre estos datos, sino reflexionar sobre sus consecuencias. Siempre me ha llamado la atención la sabiduría del concepto taoista de ying y Yang: Dos fuerzas complementarias, opuestas e indispensables para la el equilibrio de la vida. Comparto con ese modelo de pensamiento la convicción de que hombres y mujeres no son iguales (por suerte) sino equivalentes. El concepto de igualdad es a mi entender un profundo error en si mismo ya que exige la "demostración de competencia" en el "campo validador" para que la mujer alcance el merecido respeto y valoración social. Y como el campo validador es aquel que ha ocupado el hombre, obliga es a que la mujer demuestre su competencia en un mundo hecho a imagen del hombre en lugar de buscar un nuevo modelo en el que ambas fuerzas confluyan (fue interesante recoger varias experiencias de artistas femeninas que habían visto premiada su obra porque quienes debían seleccionar pensaban que era hecha por un hombre). La perspectiva femenina y másculina siempre serán opuestas y por ende ontológicamente complementarias. Esa conciencia debería bastar para buscar constantemente su participación en todos los aspectos de la vida, a fin de que nuestra lectura de la misma sea la más completa posible. Entiendo sin embargo que en el proceso de reconversión, el concepto de igualdad pueda ser necesario, no un punto de llegada, sino una ruta.

Una vez definido lo anterior, me resulta penoso que la mujer haya sido (y siga siendo) sistemáticamente marginada de la vida pública y más concretamente de la vida cultural de una sociedad (que es el ámbito en el que se construyen los imaginarios sobre los que se crean los arquetipos de conducta) es, por un lado el irrespeto a la dignidad y al derecho de un ser humano a contar su realidad, a crecer hasta donde sus límites y sus capacidaes puedan llevarle, y por otro lado, la prueba de que, por una patética necedad y falso sentido de superioridad de uno de los dos elementos de la ecuación, la humanidad se haya perdido toda la riqueza que le hubiese podido ser aportada si esas generaciones de mujeres hubiesen visto reconocido su derecho a cultivar sus capacidades y aportar su conocimiento.

Muchas veces me he encontrado reflexionando sobre mi vida y sobre una serie de decisiones que determinaron la forma y los escenarios en los que la he vivido. Muchas veces me he preguntado, por simple ejercicio de curiosidad, que habría ocurrido si en tal o cual momento hubiese girado a la derecha en lugar de la izquierda o hubiese elegido si cuando dije no. No se si hubiera sido mejor, pero si se que hubiese sido completamente distinto y no puedo dejar de fantasear con esos universos paralelos. Traslado esa curiosidad a este campo, con una diferencia. A la luz de todas las violencias, las destrucciones, las vejaciones que la humanidad se ha causado a si misma, creo que ese universo paralelo en el que las mujeres hubiesen participado más activamente habría sido mejor, inevitablemente.

Los datos de últimos años, aportados en el encuentro, la apuesta de la Unión Europea por la igualdad de género, auguran que ese momento empieza a ser presente. Ojalá que tengamos la capacidad impulsarlo de corazón, en todos los campos, para beneficio de todos.

II encuentro de mujeres en la cultura, web Procura